La Red Social de Protección Comunitaria refuerza su trabajo conjunto para brindar más respuestas y soluciones
AMIA, la Fundación Tzedaká y la Fundación de Acción Social de Jabad continúan reforzando la tarea social que realizan en conjunto, para brindar más y mejores respuestas a las personas que hoy necesitan ayuda ante las necesidades y las desigualdades que se agudizaron a raíz de la crisis desatada por la pandemia.
“La demanda social se triplicó y con este incremento, también aumentó el compromiso de las organizaciones para consolidar las alianzas y aportar soluciones en un momento tan complejo como el que estamos atravesando”, señalaron desde las tres instituciones comunitarias más importantes en el plano del trabajo social.
Con el apoyo del American Jewish Joint Distribution Committee, del Hogar Ledor Vador y de donantes individuales, empresas y organizaciones sociales en todo el mundo, las organizaciones que conforman la Red Social de Protección Comunitaria implementaron nuevos programas de asistencia y fortalecieron el trabajo mancomunado. Ante un escenario de tanta dificultad, “la tarea coordinada que se está haciendo resulta fundamental para brindar prestaciones y coberturas acordes a la magnitud de la crisis que se está viviendo”, coincidieron.
Fanny Kohon, directora del departamento de Programas Sociales de AMIA; Rut Kamenszain, directora de Programas Sociales de Fundación Tzedaká, y Dina Muzykanski y Cynthia Vinocur, directoras ejecutivas de la Fundación de Acción Social de Jabad, concuerdan en decir que, a partir de la profundización de la crisis, se registró un aumento significativo de nuevos pedidos de asistencia integral. “Los mismos son tanto de personas que se encuentran solas, sin redes, con niveles de riesgo y sin posibilidad de salir de su domicilio, como de familias que vieron interrumpida su posibilidad de generar ingresos y que nunca habían pedido ayuda a la Red Social Comunitaria”, indicaron.
Respecto a las características de la demanda, desde las organizaciones se informó que se trata, en su mayoría, de familias configuradas por adultos de 35 a 55 años, con hijos en edad escolar, que concurren a establecimientos de la Red Escolar Judía. Son hogares de clase media cuyas fuentes de ingresos se vieron sumamente afectadas, que mayormente no califican para programas de ayuda del Estado y que presentan un alto nivel de endeudamiento (tarjetas de créditos, expensas, prepagas, colegios, préstamos, etc.).
Intentando trazar un perfil podemos decir que son trabajadores independientes, informales y cuentapropistas en rubros relacionados con turismo, gastronomía, y servicios vinculados al entretenimiento. También ha crecido la demanda por parte de personas mayores, cercanas a la edad jubilatoria pero que aún no han realizado los trámites correspondientes, y que, por las medidas de aislamiento vigentes, se encuentran imposibilitadas de generar ingresos dentro del mercado no formal.
ASISTENCIA Y ASESORAMIENTO
Además de brindar respuestas concretas ante las necesidades de alimentación, abrigo, vivienda y medicamentos que se presentan, los equipos de trabajadores sociales de cada institución realizan un trabajo de acompañamiento de las personas, con objetivos de corto, mediano y largo plazo orientados a la promoción social en un proceso que va mucho más allá de la ayuda en la urgencia, marcando una diferencia con las muchas iniciativas de ayuda que proliferan en estos tiempos de crisis. También se brinda orientación y asesoramiento para que las personas puedan acceder a los programas lanzados por el Estado y se ocupan de formalizar las derivaciones correspondientes para cada cobertura social que las organizaciones implementaron en el último tiempo con el lanzamiento de los programas Jibuk (de AMIA), Guesher (de Tzedaká), Jazak (de Jabad), e Itjá (destinado a las personas mayores).
TESTIMONIOS SOBRE LA AYUDA CONCRETA
* “El Servicio Social de AMIA comenzó a multiplicar el alcance de sus proyectos para dar respuesta a las necesidades de la población más vulnerable. Desde el mes de marzo, la población asistida por la institución aumentó un 25%, pasando de 2.000 a 2.500 personas, que reciben prestaciones alimentarias, habitacionales y de salud. Además, se están entregando en promedio 150 viandas diarias. La distribución de viandas a domicilio se ha mantenido desde el comienzo de la cuarentena. Hasta el momento, se han repartido desde AMIA más de 15.000 raciones de comida”.
Fanny Kohon, directora del departamento de Programas Sociales de AMIA
* “Desde Fundación Tzedaká generamos desde el inicio de la cuarentena obligatoria mecanismos para responder a las urgencias de la población asistida. Las ayudas alimentarias crecieron en un 20% mientras que los subsidios de vivienda aumentaron un 45%. El Banco Comunitario de Medicamentos de la Fundación continúa entregando remedios a beneficiarios de toda la red comunitaria y allí registramos un aumento del 235% en ayudas en medicamentos y psicofármacos, esto último vinculado al crecimiento de los casos de depresión y ansiedad. Desde marzo la población asistida por Tzedaká aumentó un 17%”.
Rut Kamenszain, directora de Programas Sociales de Fundación Tzedaká
* “En la Fundación de Acción Social de Jabad, la demanda creció exponencialmente desde abril a la fecha. La respuesta se intensificó al mismo ritmo a través de programas de ayuda directa para atender a las necesidades en salud, alimentación y vivienda. El amor al prójimo y la integración comunitaria son preocupaciones centrales, por lo que intensificamos las acciones de contención y armado de redes. Hoy cientos de personas que se acercaron por primera vez, son acompañadas por la Fundación en forma integral, sumándose a las 700 familias con las que colaboramos para mejorar su calidad de vida desde hace años. Los subsidios crecieron el 400% durante estos meses de emergencia social acuciante”.
Dina Muzykanski y Cynthia Vinocur, directoras ejecutivas de la Fundación de Acción Social de Jabad
POR MÁS INCLUSIÓN Y EQUIDAD
Desde las instituciones aseguran que el escenario post-pandemia demandará de grandes esfuerzos para lograr una recuperación plena. “Por eso estamos ya trabajando en programas de inclusión laboral que contemplan la capacitación en nuevas habilidades. También estamos proyectando cómo abordar el trabajo con los niños que producto de la falta de equipamiento o conectividad, quedaron rezagados en la escolaridad”, adelantaron desde la Red Social de Protección Comunitaria.
“Desde la sociedad civil –remarcaron– vamos a tener que seguir trabajando más que nunca, reforzando el compromiso para buscar soluciones y apoyar a los miembros de la comunidad que se vieron más fuertemente afectados por la pandemia. La respuesta necesitará ser multidimensional, amplia y coordinada. Debe ser una responsabilidad compartida y solidaria”.
“Todo lo que hagamos durante esta crisis y después de ella deberá centrarse en la construcción de economías y sociedades más equitativas, inclusivas y sostenibles, y que sean más resistentes a las pandemias, a los muchos otros desafíos mundiales a los que nos enfrentamos”, concluyeron.